Marx, Engels y «El Manifiesto Comunista»

 

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…… ..  ….. ….          . …..CAPÍTULO SEGUNDO. Su inmediata repercusión
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Karl Marx y Friedrich Engelspublicaron «El Manifiesto Comunista» en febrero de 1848. Eran unos tiempos en los que Europa Continental vivía bajo las reaccionarias disposiciones del Congreso de Viena. Por ellas, el absolutismo se había instalado con un desesperante arraigo en aquella sociedad. 

Es difícil suponer que los autores de El Manifiesto creyeran que las claras palabras vertidas en su obra iban a tener fiel reflejo en la colectividad europea sólo a los pocos días de su publicación, exponía: «Un espectro se abate sobre Europa, el espectro del comunismo. Contra este espectro se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa, el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes (…)».
El Manifiesto apareció en lengua inglesa, francesa, alemana, italiana, flamenca y danesa, pero no en la española puesto que el «telón de oscurantismo» echado por los Habsburgo sobre los Pirineos, tras la Paz de Westfalia, todavía ejercía con fidelidad su función de aislar a España de las corrientes políticas, religiosas y culturales que surgían y se desarrollaban en Europa Occidental.

Marx y Engels dejaron clara su postura con la siguiente explicación: «Los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros (…), no tienen intereses propios que se distingan de los intereses generales del proletariado. No profesan principios especiales con los que aspiren a modelar el movimiento proletario«.
Marx y Engels buscaban soluciones dentro de una sociedad absolutista que apenas dejaba margen de maniobra. Ambos consideraban al proletariado como el eje central del desarrollo, pero los proletarios eran, en realidad, unos esclavos asalariados de las clases capitalistas.
Al final del texto de El Manifiesto, Marx y Engels formularon una invocación al proletariado mundial: «Tiemblen las clases gobernantes ante la perspectiva de una revolución comunista. Los proletariados, con ella, no tienen nada que perder, como no sean sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar. ¡Proletarios de todos los países, uníos!». Esta arenga final es consecuente con la idea expresada en el capítulo II dedicado a «Prolerarios y comunistas»«Los trabajadores no tienen patria. Mal se les puede quitar lo que no tienen. (…). La acción conjunta de los proletarios, al menos en las naciones civilizadas, es una de las condiciones primordiales de su emancipación. En la medida y a la par que vaya desapareciendo la explotación de unos individuos por otros, desaparecerá también la explotación de unas naciones por otras».
Esta filosofía vertida en El Manifiesto, antagónica al sistema político y sus dirigentes absolutistas, hizo reaccionar a las juventudes y  las clases medias de Europa Central y Continental, pero apenas a la desunida y oprimida clase obrera o campesina, que tardó una generación en valorar el significado de El Manifiesto. El absolutismo e imperialismo austriaco se vio de inmediato seriamente acosado, al igual que el totalitarismo francés.
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.El caso es que sólo ser publicado El Manifiesto, se generalizó en París una revolución contra el absolutismo reinante, que iniciada por la clase estudiantil pronto prendió entre las clases medias. Y sólo finalizó cuando Alphonse de Lamartineproclamó la Segunda República.
Si las protestas populares habían derrocado en el transcurso de 1830 a la Casa de Borbón francesa, en esta ocasión lograron el mismo resultado con la Casa de Orleáns y con François Guizot, su primer ministro, y en última instancia con el régimen monárquico, fuese parlamentario o no lo fuese.
Estas manifestaciones del pueblo, auténticas revoluciones, se extendieron durante las siguientes semanas por diversas capitales europeas en las que sus ciudadanos aún padecían la opresión creada por los regímenes opresores nacidos a la luz del Congreso de Viena. Klemens von Metternich,príncipe de Metternich-Winneburg, máxima figura del Congreso y principal impulsor del absolutismo imperante en Europa durante un tercio de siglo, se vio obligado a dimitir obligado por las violentas protestas acontecidas en la capital austriaca.

Los sucesos internos de Austria debilitaron su iniciativa política en el exterior, situación que aprovecharon los venecianos para encauzar el movimiento social de carácter nacionalista e independentista existente en el Véneto, que proclamaron la República de San Marcos y, tras largos años de combate contra las tropas del emperador, lograron la independencia definitiva, iniciando de esta forma la andadura para su integración en la Italia que comenzaba a fraguarse como nación.

Proceso similar al de los venecianos tuvieron los milaneses: el 18 de marzo de 1848 se sublevaron contra Austria, potencia colonizadora que había sustituido a España, conforme a los acuerdos del Tratado de Utrech.
La convulsión social también prendió en las diversas regiones alemanas. En Berlín, el choque entre el ejército y los revolucionarios causó varios muertos. Estos sucesos aceleraron la formación del espíritu alemán en unas fechas en la que sus habitantes estaban encuadrados en una Confederación Germánica nacida en el Congreso de Viena y regulada, o dependiente, según las regiones, por Austria.
De inmediato, animados sin duda por la caída de Metternich, los departamentos alemanes comenzaron a redactar una constitución, que Austria no aceptó. Se formalizó un intento por parte de una asamblea nacional reunida en Fráncfort del Mein para ofrecer la corona de la Alemania no gobernada directamente por los Habsburgo a Federico Guillermo IV, rey de Prusia. La moción resultó fallida. Sin embargo, el proyecto cristalizaría unos años más tarde.

Estas revoluciones europeas de 1848 no las protagonizó el proletariado, sólo las secundó. El Manifiesto había arraigado en las clases medias cultas y en los universitarios. La Revolución de 1848 fue protagonizada por la clase media. El lema «liberté, egalité, fraternité» surgió por primera vez en la proclamación del Gobierno Provisional francés conformado en 1848.
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Las revoluciones de 1848 y la situación europea de finales del siglo XIX fueron recogidas muy bien por Engels.
Engels, en el prólogo de la edición alemana de 1890 de El Manifiesto, escribió: «… en los años 48 y 49, el zar que fue proclamado cabeza de la reacción europea… hoy, este mismo zar se ve apresado como rehén de la revolución y Rusia forma la avanzada del movimiento revolucionario de Europa«. Engels, aquí pecó algo de optimista, pues los zares continuaron con su política reaccionaria, abortando protestas, revueltas y auténticas revoluciones, como fue la de 1905. Y si bien triunfó la revolución de 1917, fue debida al enorme error que tuvieron por embarcar al ya muy sufrido pueblo ruso en la Gran Guerra sin motivo alguno, sólo por caprichos imperialistas.
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Engels, en la edición italiana de 1893 de El Manifiestoreconoció que las revoluciones de 1848, y las de los siguientes años, no colmaron los deseos socialistas, pero cumplieron la misión de acabar la explotación de unos países por otros. Engels escribió: «La revolución del 18 de marzo emancipó a Italia del dominio del emperador de Austria y a Alemania, aunque esta sujeción fuese menos patente. Entre 1848 y 1871(año de la Comuna) los mismos, según dijo Marx, que habían inspirado la revolución de 1840 se convirtieron en sus verdugos (esta revolución fue llevada a cabo por los estudiantes y la clase media, su logro fue terminar con un régimen monárquico aún más reaccionario que el anterior)…los obreros se limitaron (entonces) desde el primer momento a ayudar a la burguesía a tomar el poder. (…). Las revoluciones de 1848 condujeron a la unificación de los pueblos dentro de las fronteras nacionales y a su emancipación del yugo extranjero, condiciones que, hasta allí, no habían disfrutado. Estas condiciones son hoy realidad en Italia, en Alemania y en Hungría. Y a estos países seguirá Polonia cuando la hora llegue«.
«Un hombre en la encrucijada». Leer abajo
Muchos escritores que tratan sobre el significado y evolución del marxismo señalan aquellas fechas como el inicio de la toma de conciencia de clase por parte del proletariado. No estoy de acuerdo. Considero que lo más importante, en esos tiempos, fue el hecho de que la burguesía europea, tras las generalizadas revoluciones de 1848 y la consecución de sus objetivos, tomó nota del peligro latente que se abría por su izquierda. Ello contribuyó a que las revoluciones en tiempos próximos posteriores sólo sirviesen para terminar de eliminar los excesos de los regímenes monárquicos, pero no para edificar una sociedad justa, progresista y equilibrada. El proletariado francés intentó reaccionar en 1870 con la revolución de la Comuna, pero tras el éxito inicial, no consiguió afianzar sus reclamaciones. Tampoco, en años posteriores, obtuvo la clase obrera europea algún resultado  positivo con las actuaciones violentas de los anarquistas. Para ello, tuvo que esperar a 1917 con el triunfo del socialismo revolucionario aplicado por Lenin en Rusia, y extendido, después, al ser combinado con el fracaso de las democracias, certificado con el crash de 1929 y la consiguiente Gran Depresión.
batalla de Palermo  victoria de Garibaldi  1860

Todavía habría que esperar casi un siglo desde la publicación de El Manifiesto para concebir una sociedad moderna; justo el tiempo empleado para comprender que la aplicación literaldel marxismo se convertía en un factor inhumano y reaccionario. Al marxismo, una vez cumplida su misión en 1848, sólo le quedaba una única salida: su transformación y desarrollo en lasocialdemocracia, filosofía bien definida y desarrollada durante las sesiones de la Segunda Internacional. En cualquier otro supuesto, en una sociedad avanzada, como es la occidental del siglo XXI, el único destino del marxismo es su destrucción, una vez que hubo realizado su función social en el siglo XIX y principios del XX.
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El Manifiesto Comunista en España
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En Madrid, las revueltas de 1848 fueron reprimidas desde su inicio, con dureza por el gobierno de Ramón María Narváez.

En el año 1848, el pueblo español estaba desangrándose en una estúpida y anacrónica guerra carlista, auténtica guerra civil debida a motivos dinásticos. Lo más triste del caso es que las dos personas que aspiraban al trono pertenecían a la misma familia de la Casa Borbón.
Personajes del capitalismo y de los órganos del Estado, todos ellos centralizados en Madrid, deseaban tener como rey (en esta ocasión: una reina, y en primera instancia a una regente juerguista) a un Borbón «manejable». Debido a ello se enfrentaron a la lógica sucesoria y a las clases medias e industriales personificadas, sobre todo, en Cataluña, Valencia, Navarra, Provincias Vascongadas y Aragón. Sucesos dinásticos similares se habían repetido en Europa en épocas anteriores, pero no durante la Edad Contemporánea.

.En España, cuando se publicó «ElManifiesto Comunista», sólo el ciudadano de Madrid, y el de Barcelona con menos intensidad, tenía una clara voluntad y capacidad de levantarse contra la opresión, la falta de libertades y la pobreza consecuente. Además, se padecía una guerra civil. El pueblo, con insuficiente presencia, se sublevó contra el absolutismo; pero al fracasar en ese año 1848, perdió el tren hacia el progreso y continuó despeñándose camino de 1898, y como tampoco reaccionó con el Desastre de ese año, descarriló en 1936.

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En la fotografía de cabecera apreciamos a Marx y Engels 
En orden descendente: 
-Óleo describiendo la revolución popular provocada en París por la publicación de El Manifiesto
– Grupo de voluntarios de la Revolución Rusa
-El príncipe Klaus von Metternich, impulsor del absolutismo y director del reaccionario Congreso de Viena. Óleo de Thomas Lawrence.
-Revolución de 1848 en Breslau (los soldados cargan contra una barricada defendida por el pueblo)
-Mapa detallando los estallidos revolucionarios de 1848
-Karl Marx
-Mural (fragmento) de Diego Rivera titulado  «Hombre en la encrucijada» (Man at the crossroads), de 1933, inagurado en febrero de 1934. En él, su amigo León Trotsky es la figura central, a la derecha vemos a Marx y a Engels. Eran tiempos difíciles para Trotsky, una vez fallecido Lenin, ¿seguiría Trotsky con el comunismo reaccionario de Stalin? ¿emigraba? ¿continuaba con su revisionismo? ¿qué camino seguirá el hombre, absorto en la elección entre la producción tradicional y las nuevas técnicas?, y, sobre todo: ¿qué triunfará, el capitalismo o el socialismo desarrollado por Lenin y Trotsky? El mural se realizó para  el Rockefeller Center de Nueva York, por encargo de John  D. Rockefeller jr.. En 1934 fue destruido por considerarse que ensalzaba el comunismo de Lenin. Rivera lo reconstruyó en el Palacio de Bellas Artes de México.
-Batalla de Palermo, con victoria de Garibaldi, 1860. La publicación de El Manifiesto reactivó la lucha contra el imperialismo en Europa.
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Leer: «Lenin vs Trotsky. Stalin vs Trotsky»
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-Cuadro relativo a las guerras carlistas
-«El Manifiesto Comunista» en edición alemana (Manifest der Kommunistischen Partei).
-Batalla de Vezza d’Edolo o Vezza d’Oglio, cerca de Brescia, 4 de julio de 1866. Fue una efímera victoria austriaca sobre los patriotas de la joven Italia.
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