Frente al tremendo asedio a que sometió Jerusalén, cuentan que un centurión escucho de los labios de su general una frase que le atemorizo: “Un emperador debe morir en pie”.
Corría el año 66 D.C. cuando Tito Flavio Vespasiano, hijo de cesar y general de 29 años, reprimía “manu militari” a aquellos levantiscos perturbados que habitaban el sojuzgado reino de Judea, cuya grosera costumbre era la de creer en un solo dios habiendo tantos disponibles. ¿Cabía mayor arrogancia? considerar al emperador de roma un simple mortal, indigno de imprimir su imagen en los denarios oficiales,era costumbre que insultaba a su dios, El anunciado levantamiento de zelotes y macabeos fue trágico. Estos, decididos a resistir, fueron pasados por las armas tras un terrible asedio de más de 6 meses.
Berenice, hija de Herodes Agripa I, reina y hermana de rey, vivió durante ese asedio la mayor y más terrible de las contradicciones; el amor por su pueblo, y por quien lo martirizo, aquel joven general más tarde emperador, quien soñó y ambiciono hacerla emperatriz de Roma. En una trepidante aventura que la consagro como la reina más amada, consiguió, ante la conmovida mirada de Tito, que la comunidad judía repartida por el orbe conocido aportase los inmensos fondos necesarios para comprar en los mercados de esclavos a su pueblo, de nuevo sometido y llevado a Egipto (fue paseado de Judea hasta Alejandría para que murieran en el desierto y no saturar los mercados de esclavos) desde donde fueron embarcados para ser vendidos en los mercados del orbe romano. Tito, cumpliendo su deber militar, pacifico el territorio, prohibió adorar más a aquel dios único y soberbio, y a su pueblo le negó poder volver jamás a la 3 veces sagrada ciudad. Destruyo el tempo de Salomón donde adoraban a aquel egocéntrico dios que competía con la divinidad del emperador, y demolió hasta sus cimientos la ciudad, expulsando a los judíos de ella y dispersándolos. La gran diáspora judía.
Los 2.000 años trascurridos hasta la fundación del estado de Israel en 1948, no cabrían en estas páginas. Pogromos, persecuciones, guetos y violencias han decorado la historia de los “asesinos de dios” como la cristiandad les califico. No contenta la humanidad con aquellas persecuciones, vino a poner el broche final el criminal socialismo del siglo XX practicado por Lenin primero, Hitler después y el padrecito Stalin. Solo ellos 3 se “fumaron” casi 10 millones de almas judías. El último ataque al pueblo del libro no tardó en llegar. Reunidos en las tierras de las que se les expulso, el mundo asistió al anunciado asalto de las naciones árabes hermanas en el islam, el mismo día en que Israel era declarado oficialmente “Estado” por el consejo de las Naciones Unidas, en solemne y democrática votación. El juramento de aquellos pueblos islámicos de destruir Israel sigue en pie entre sus imanes.
Las palabras de Tito ante Jerusalén 2.000 años después revelan su sentido; “Morir en pie”. Ya no volverán a dejarse pisotear. Israel, pueblo donde los haya con memoria, vive entre la intolerancia de sus vecinos el ejemplo de la reina Berenice en democracia: un pueblo firme y unido, ejemplo de tolerancia y respeto entre intolerantes satrapias, donde cualquier credo puede convivir en armonía y libertad, si la lección de milenios se tiene aprendida.. Tolerancia! ¿Con el intolerante? JAMAS. Entendedlo islamistas de HAMAS…
Malditos judíos, sí…
VerdadesQueOfenden
QIE SARTA DE HORRIBLES MENTIRAS, SI HAY UN PUEBLO RACISTA ES EL JUDIO QUE SE CREEN DESTINADO A MANDAR Y EL RESTO SER ESCLAVOS POCO MENOS QUE GANADO
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