Iglesias aprovecha el conflicto en Cataluña para debilitar la democracia

Acostumbra Pablo Iglesias a aprovechar cualquier ocasión para deslegitimar las instituciones, y el desafío independentista catalán no iba a ser menos. Haciendo gala de su nulo sentido de Estado y exhibiendo una vez más su afán de desgastar la democracia, Iglesias irrumpe ahora con una iniciativa que pretende debilitar el estado de derecho.
La convocatoria de una asamblea extraordinaria de parlamentarios y alcaldes para denunciar “la deriva represiva del PP” no solo confunde el sujeto y el objeto de la acción política, sino también su papel como partido en un Parlamento democrático. Por fortuna, España tiene un Congreso y un Senado elegidos por los ciudadanos; también alcaldías y Gobiernos autonómicos salidos de las urnas. De ahí que cualquier intento de crear nuevas asambleas o foros, supuestamente representativos, no solo sea innecesario, sino también ilegítimo.
Podemos sabe de sobra que no es el PP quien ha emprendido una deriva antidemocrática sino el Govern y la exigua mayoría del independentismo en el Parlament, que trata de forzar una secesión unilateral privando a la minoría parlamentaria (que además sumó más votos en las últimas elecciones) de sus derechos y libertades. Si no quiere atender la voz del Constitucional o de las leyes, bastaría con que escuchara la de muchos demócratas de izquierdas que reclaman que se respete la Constitución que tanto nos logró conseguir.
Quien ha emprendido una huida antidemocrática son la antigua CiU, ERC y la CUP, que han trasladado a los alcaldes su deriva ilegal y señalado de forma totalitaria a quienes no se adhieren. El Gobierno del PP, con el apoyo de PSOE y Ciudadanos, no puede por menos que aplicar la ley con la proporcionalidad y el equilibrio que requiere el respeto al Estado de derecho.
Hay algo evidente en las intenciones de Podemos, como en las de los partidos de extrema izquierda que utilizan las instituciones en las que han logrado representación para desequilibrarlas: deslegitimar al Gobierno, subirse al carro del descontento independentista para obtener los réditos que no logró con la moción de censura, ampliar su acción con ruido mediático y callejero y canibalizar parte de los apoyos del PSOE.
Podemos ha caído en la actitud más nociva que puede elegir un partido en democracia: debilitar al sistema para reforzarse él. Porque hoy no se está dirimiendo el apoyo al PP, sino el futuro del sistema constitucional. Una misión grande que requiere demócratas convencidos, no aprovechados dispuestos al expolio.
Por lo demás, sus declaraciones sobre la existencia de “presos políticos en España” y su movilización contra la acción judicial le coloca fuera del consenso constitucional, y no en la equidistancia de la que intentaba presumir.
Que el partido que ha sido tan incapaz de reconocer la existencia de presos políticos en Venezuela como de condenar la brutal represión que allí sufre la oposición pretenda ahora dar lecciones de democracia y derechos humanos a los españoles es un escándalo de tal magnitud que debería merecer la reprobación más severa por parte de la ciudadanía y, esperemos, de sus votantes y simpatizantes.
http://reflexioneslsoriano.blogspot.com/2016/04/podemos-nasciturus.html
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El coleta y Podemos (que debería denominarse Jodemos) ha tenido en realidad una responsabilidad absoluta en el desarrollo de acontecimientos en Cataluña. Es preciso recordar que cuando Rajoy no obtuvo el apoyo del parlamento para dirigir el gobierno y Sánchez fue propuesto como candidato alternativo, los podemitas (que no querían apoyar la candidatura de Sánchez) ni siquiera se abstuvieron. Votaron NO y con ello otorgaron a Rajoy la continuidad de su gobierno. En mi opinión, Sánchez habría quizá sabido actuar frente a Cataluña de otra manera que Rajoy. El coletudo Pablo Iglesias (cuyo nombre es ya una ofensa y un desprestigio de una personalidad histórica digna de respeto) pensaba que su apoyo indirecto a Rajoy (al votar NO a Sánchez) conduciría a nuevas elecciones y que su partido tenía con ello la posibilidad de convertirse en el núcleo gubernamental. Es posible reconocer que la actuación del gobierno de Rajoy ante el referendum 1-O (con la utilización violenta policial para impedirlo) no fue demasiado aceptable. Habría sido preferible saber con certeza cuantos ciudadanos catalanes apoyaban el separatismo, cuantos no y cuantos (con derecho a decidir) se abstuvieron. Un referendum no es todavía una «decisión», sino una medida de opinión. La intervención violenta policial permitió la irregularidad de esa consulta y la mentirosa declaración de mayoría hecha por los separatistas. Sin siquiera tener en cuanta que un referendum de esa índole requiere más de la mitad más uno de los votantes para otorgar legitimidad a un proceso de independencia nacional. No creo que Sánchez hubiera permitido lo que permitió Rajoy. En cualquier caso Podemos tuvo una influencia decisiva y esperemos que su coletudo dirigente obtenga una jubilación electoral definitiva.
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