Llevo semanas bastante asombrado y divertido (es mejor tomarse estas cosas a cachondeo) con los continuos llamamientos desde las autoridades y las fuerzas vivas del régimen a la “responsabilidad de los ciudadanos”.

Hace falta ser cínicos.

Vivimos en un Estado y en una sociedad cuya estructura, filosofía, ordenamiento e instituciones se basan en la negación de mera idea de que exista algo parecido a la “responsabilidad de los ciudadanos”. Sufrimos una metástasis normativa ideada para proteger de sí mismo al pobre e irresponsable ser humano, de la cuna a la tumba. Así:

• Nuestro llamado estado del bienestar se basa en que los ciudadanos no son suficientemente responsables para valerse por sí solos, con un sistema de pensiones centralizado, obligatorio y estatal y una sanidad pública obligatoria.

• Un mercado de trabajo esclerotizado, que considera a los trabajadores menores de edad que no saben lo que les conviene.

• Una economía sujeta a infinitas licencias y autorizaciones para poder trabajar.

• Una educación momificada, sujeta a leyes encorsetadas que establecen sin posibilidad de elección qué materias se estudian y cuáles no, cómo, cuándo, en qué centros e incluso en qué idioma.

• Donde un ciudadano no puede construir su casa donde quiere ni como quiere, y tampoco puede disponer de su propiedad como desee, y ni siquiera ejercer el milenario privilegio de la humanidad de tumbarse en mitad del campo a dormir.

• Donde te dicen qué cultivar, qué vender, qué alquilar, cómo desplazarte, el color de las sombrillas de tu bar, de la fachada de tu casa, los juguetes que deben tener tus cerdos, lo que debe y no debe decir un envase, lo que puedes o no beber, comer, fumar o meterte en el cuerpo, etc., etc…

Y ahora tras negar que la responsabilidad individual exista y llevar décadas desincentivándola, la exigen y se escandalizan con impostada indignación porque hay irresponsables.

Qué cachondos… O qué indeseables…

Reflexiones pandémicas 2 (el retorno): Hilando con mi comentario anterior, en una sociedad basada en negar y desincentivar la responsabilidad individual de los ciudadanos, porque el Estado te cuida de la cuna a la tumba (“obedece y te libraremos de todo mal”), que ahora exijan esa responsabilidad, sólo quiere decir lo siguiente:

1- Ha quedado en evidencia la mentira: Tú obedeces, pero papá Estado no puede salvarte en cuanto llega una crisis. Nunca ha podido, pero disimulaban, que para eso tienen un enorme aparato de propaganda. Pero claro, decenas de miles de muertos son difíciles de esconder.

2- La excusa, como siempre, es buscar otro culpable: en este caso el culpable es usted, irresponsable ciudadano. ¿Cómo se le ocurre? Al fin y al cabo, si lo de “vas a morir por tus pecados” funcionó en la Edad Media y con lo del calentamiento global, ¿por qué no va a funcionar también ahora?