Ucrania y el «Deep State»

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“Tu lucha es nuestra lucha. ¡2017 será el año del ataque! ¡Es hora de que paguen un alto precio!». “Todos nosotros volveremos a Washington e impulsaremos el caso contra Rusia. Basta ya de agresión rusa. Es hora de que paguen un precio más alto. Nuestra lucha no es con el pueblo ruso sino con Putin. Nuestra promesa para usted es llevar su causa a Washington, informar al pueblo estadounidense de tu valentía y presentar el caso contra Putin ante el mundo”.

Estas palabras son del senador republicano Lindsey Graham en Ucrania en 2016 con las fuerzas militares ucranianas y el entonces presidente del gobierno en Kiev, justo después de que Trump ganara las elecciones. Lindsey Graham pronunció las siguientes palabras este año 2022: “Mientras ayudemos a Ucrania con las armas que necesitan y con apoyo económico, lucharán hasta el último ucraniano”.

A su lado tenía a su amigo y también senador John McCain, muy involucrado desde 2004 en Ucrania a través de la organización IRI, parte de la NED (Fundación Nacional para la Democracia). “Creo que ganarás. Estoy convencido de que ganarás y haremos todo lo posible para brindarte lo que necesitas para ganar. Hemos tenido éxito no por el equipo, sino por tu coraje. Así que les agradezco y el mundo está mirando porque no podemos permitir que Vladimir Putin tenga éxito aquí porque si tiene éxito aquí, tendrá éxito en otros países”.

Lo primero que hicieron estos dos amigos, junto con la senadora demócrata Amy Klobuchar, tras ganar Trump las elecciones, fue viajar a Ucrania y declarar que Rusia atacó EEUU interfiriendo en las elecciones.. Trump en el poder frustró los planes de los neocons republicanos y los demócratas.

Trump fue el mayor enemigo en la política norteamericana del llamado Deep State y de buena parte de la clase funcionarial y política dentro de la carretera Beltway en Whasington, del que forma parte el establishment Neocon Republicano de los McCain (IRI) y Demócrata de los Albright (NDI). Esto explica la premura por eliminar de la presidencia del gobierno al presidente Trump, artífice de truncar los planes de guerra contra Rusia. Lo intentaron de todas las formas posibles. También explica por qué Trump no fue invitado al funeral de McCain en 2018, al que acudieron casi todos los políticos de todo el arco político estadounidense; obviamente no los que no formaban parte del establishment político norteamericano dirigido por el famoso Deep State (Estado Profundo).

Pero al final, en unas elecciones muy polémicas, con una situación excepcional que provocó un gran número de votos por correo y unos sucesos en el conteo de votos muy sospechosos de ser fraudulentos, Trump salió de la Casa Blanca y volvió prácticamente el mismo gobierno anterior a Trump, y con el que los Neocon Republicano estaban muy satisfecho. Un gobierno en el que en materia de exteriores repetía Anthony Blinken y su subalterna para asuntos euroasiáticos Victoria Nuland; sí, esa que dijo que se joda la UE mientras planificaba poner en el gobierno ucraniano tras el golpe de Estado del Euromaidán al proatlantista Arseni Petróvich Yatseniuk del partido Patria (Timoshenko, sacada de la cárcel un día después llegar al poder su compañero de partido mientras era aclamada por todos los gobiernos occidentales, como el español a través de María Dolores de Cospedal), y la misma que en 2014 reconoció que EEUU llevaba asignados a Ucrania 5 mil millones de dólares para «apoyar la (su) democracia». Y Biden también repite, pero como presidente del gobierno tras unas informaciones que lo ponen a él a su hijo en muy mal lugar, por las corruptelas de éste en Ucrania a través de la gasística Burisma.

Estados Unidos empieza a meter sus zarpas en 2004 organizando una revolución de colores a la que llamaron Revolución Naranja, para atraer a Ucrania hacia el eje atlantista. Posiblemente los burdos servicios secretos rusos envenenaran al candidato proatlantista Yushchenko como reacción al intervencionismo angloamericano. Tras perder éste en 2010 las elecciones, después de que le prometiera George Bush Jr. en 2008 entrar en la OTAN, accedió al poder en Ucrania Viktor Yanukovich, más cercano al régimen ruso (en este sentido más tradicional a lo que era la política ucraniana desde que fuera un país independiente). Como consecuencia de esto y de la decisión legítima de Yanukovich de no aceptar el acuerdo de asociación con la UE, y tras proponer que Rusia formase parte de ese acuerdo, con quien Ucrania tenía unas relaciones mucho más estrechas a nivel económico (lógico, por la historia y la geografía), el estabishment del angloimperio, junto a los alemanes como la Fundación Adenauer y el apoyo explícito de los líderes alemanes y europeos en general, montaron otra Revolución de Colores en 2013 y 2014, con consecuencias mucho más sangrientas y con un golpe de Estado que les fue efectivo para que los políticos proatlantistas llegasen al poder.

La reacción al llamado Euromaidán fue una crisis interna social y territorial sin precedentes en Ucrania, con el este y el sur del país revelándose, con unos conatos de repúblicas independientes del régimen de Kiev en Crimea, Járkov, Lugansk y Donetsk, y con formaciones de milicias tanto en la parte antimaidán como en la promaidán. Por parte de las milicias promaidán se eliminó el intento de República en Járkov y se frenó a los de Donetsk y Lugansk. En Odessa y Mariupol sembraron el terror con matanzas. Pero Crimea se adhirió a Rusia sin ningún problema (Rusia estaba fácticamente en ese territorio, ya que Sebastopol era un puerto del ejército ruso).

Los territorios independientes al régimen de Kiev, en Lugansk y Donetsk, hicieron un referéndum para hacer como Crimea, pero en el último momento Putin les retiró el apoyo, aludiendo a que las convocatoria de elecciones presidenciales en Ucrania en mayo de 2014 significaban un buen paso. Ese «buen paso» sirvió al régimen de Kiev surgido del golpe de Estado del Euromaidán y al bloque angloamericano para prepararse para la guerra. Sin embargo, Rusia elegía el camino diplomático con Francia y Alemania, donde Ucrania participaba pero demostró no ser partícipe en ningún momento de dicho pacto. Los acuerdos de Minsk también fueron un buen paso para EEUU y Ucrania de ganar tiempo y reforzarse militarmente, hasta el punto de que a partir de 2014 Ucrania recibiría en apoyo militar más de 5 mil millones de dólares.

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