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Un nuevo estudio, titulado (traducido del inglés) «Desenlace de la infección COVID-19 en personas previamente inoculadas contra influenza: un estudio de cohorte poblacional con registros electrónicos de salud primaria» ofrece resultados del estudio muy relevantes.
El estudio (https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/36265160/) realizado por Giner-Soriano y colaboradores fue publicado hace poco en la revista Health Surveillance, tras un arbitraje por pares.
Los autores pusieron a prueba la hipótesis de que aquellos quienes fueron inoculados contra el virus de la Influenza, tendrían menos complicaciones si les daba COVID. Hicieron esto porque se había anunciado que la gente se beneficiaría de recibir la vacuna de influenza, porque podría ‘estimular a su sistema inmune, dando más protección contra COVID-19′. En realidad, como con muchas cosas durante esta pandemia, no había evidencia contundente que respaldara esta ‘recomendación’ de los servidores de salud pública. De hecho, los pocos estudios que comenzaron a hacerse mostraron resultados contradictorios entre sí.
Los autores realizaron un estudio epidemiológico de cohorte que incluyó a todos los pacientes con COVID-19 que estaban registrados en el sistema electrónico de salud (SIDIAP) en Cataluña, entre marzo 2020 y junio 2020. Lamentablemente, su estudio fue publicado hasta ahora, dos años después, y hubiera sido bueno que se conocieran los resultados antes, dado que mucha gente ha de haber ido a aplicarse la vacuna de Influenza pensando que estarían más protegidos contra COVID cuando no es así. Pero, veamos el estudio:
Compararon a dos grupos: 1) los que habían recibido la vacuna de Influenza previo a qué se enfermaran de COVID y 2) los que no recibieron la vacuna de Influenza y se enfermaron de COVID.
No fue un estudio pequeño; contaban con información acerca de 5.8 millones de personas de Cataluña. No todas las personas cumplían con los criterios del estudio, pero tuvieron más de 300,000 individuos que sí cumplieron y fueron incluidos en el estudio. Recuerden que entre más personas se incluyan en los grupos de un estudio, más certeza se tiene en los resultados que se obtengan.
Los desenlaces a estudiar fueron neumonía, ingreso hospitalario y muerte.
De los 309,039 pacientes COVID-19, 114,181 (36.9%) habían sido vacunados contra Influenza, y 194,858, el (63.1%), no sé habían vacunado contra Influenza (ninguno estaba vacunado contra COVID ya que fue durante el 2020).
21,721 (19%) de los vacunados contra Influenza y 11,000 (5.7%) de los no-vacunados contra Influenza tuvieron al menos uno de los desenlaces arriba mencionados. Es decir que las personas inoculadas contra Influenza en cualquier momento antes de haberse enfermado de COVID, tuvieron mayor riesgo de un mal desenlace (Razón de momios: 1.14, 95% IC95% 1.10-1.19). Los resultados fueron semejantes sin importar si la vacuna de Influenza se recibió poco o mucho tiempo antes de enfermarse de COVID-19; en todos los casos los vacunados tuvieron mayor riesgo de ese mal desenlace que los no vacunados. Además, incluso cuando excluyeron del análisis a los pacientes de alto riesgo al COVID, los resultados fueron semejantes. La muerte por COVID no fue excepción (vean el Cuadro 3): murió el 0.97% de la gente no vacunada contra Influenza y el 13.2% de la gente vacunada contra Influenza.
La conclusión de los autores: «No fueron capaces de encontrar [evidencia de] un papel protector de la vacuna contra la Influenza para COVID-19, ya que el riesgo de las complicaciones de COVID-19 fueron mayores en los vacunados que en los no vacunados«.
El estudio es muy importante por varias cosas:
1) Demuestra (una vez más) cómo mucho de lo que se ha dicho durante la pandemia, en cuanto a recomendar acciones de salud pública determinadas a la gente, carece de sustento científico.
2) Se recomendó y se sigue recomendando la vacunación contra la Influenza para ‘proteger’ contra COVID. Esto no tiene sentido si se conoce de inmunología porque la inmunidad que se genera es específica y no se parecen en nada las proteínas de SARS-CoV-2 que las de Influenza, así que esos anticuerpos y esos linfocitos T citotóxicos generados con la vacunación contra Influenza no le harían n-a-d-a a cualquier virión de SARS-CoV-2 que anduviese rondando en el cuerpo de alguien infectado.
3) Si la lógica era ‘estimular’ el sistema inmune innato al aplicarle una vacuna contra «I» que indujera inflamación de forma que entonces estuviera más ‘despierto’ el sistema inmune contra «S», entonces significa que quienes propusieron la vacunación contra Influenza para tener una ventaja contra COVID, no comprenden ni de inmunología ni de la patofisiología de COVID, que se caracteriza, precisamente, por una inflamación desmedida y desregulada. Claro que esto explicaría los resultados observados. No es que no se obtenga protección contra COVID severo si uno se vacuna contra Influenza. Eso sería un resultado ‘neutral’, donde no hubo mayor o menor riesgo. ¡El asunto es que encontraron que hay mayor riesgo de complicaciones de COVID si la gente se vacuna contra Influenza!
En otras palabras, los resultados del estudio no son una sorpresa en realidad. Era completamente predecible ese resultado, aunque aplaudo el que hayan hecho el estudio y, sobre todo, que lo hayan publicado incluso cuando va ‘en contra’ de las narrativas oficiales. En estos tiempos de censura desmedida en la ciencia eso casi es un hecho heroico.
Me parece particularmente importante recordar los resultados de este estudio, nada despreciable dada la cantidad de gente que se incluyó en el análisis, porque ahora muchos médicos están volviendo a recomendar, desde las profundidades de su cavernosa (chillona o gangosa en algunos) voz-billetera, la vacunación contra Influenza, una vacuna que en buenos años tiene una efectividad de 50% (es decir, un ‘volado’ como decimos en México), y estoy siendo generosa con lo del 50% (por ejemplo: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33211809/) como una forma de ‘incrementar las posibilidades de estar protegido contra COVID’ (por ejemplo: https://www.mayoclinic.org/es-es/coronavirus-covid-19/flu-season-during-coronavirus).
El sistema inmune de la gente que ha recibido varias dosis de estos productos ya deja mucho que desear. Está fatigado y sobre estimulado (he compartido muchas publicaciones sobre esto) ¿Consideran que este estudio y los conocimientos de hace décadas sobre inmunología avalan el uso de las vacunas contra Influenza? ¿Tal vez sería recomendable trabajar sobre el ‘terreno’ de la gente (comer bien, asegurar su suministro de micronutrientes, dormir bien, asolearse de forma racional, tener relaciones interpersonales sanas, hacer ejercicio, etc.) para disminuir el riesgo de enfermar de Influenza o de Virus Sincitial Respiratorio, o de COVID o de cualquier otra cosa?
Les mando saludos. Karina AW