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- JAIME IGNACIO DEL BURGO
Actualizado el 12/01/2023 a las 15:05
La Ley de la Memoria Democrática ha sacado a la luz la historia de las que han pasado a la historia como “las trece rosas rojas”, que fueron fusiladas por el aparato de represión franquista en 1939. La mayoría de ellas eran militantes de las Juventudes Socialistas Unificadas y habían luchado hasta el último momento por la legalidad republicana y algunas incluso después de la guerra civil. Dado que los tribunales franquistas tenían escasas garantías jurídicas no se tienen en consideración los hechos probados en las sentencias que las condenaron a muerte. Solo cabe hacer una precisión. Las heroínas republicanas no luchaban, como se dice en sus obituarios, por la legalidad republicana tras la guerra civil. Las Juventudes Socialistas Unificadas luchaban por la Revolución Social según el modelo soviético, para implantar la dictadura del proletariado y proceder al exterminio de la Iglesia, a la supresión del ejército, a la eliminación de los capitalistas y a la supresión de la propiedad privada. Cometieron numerosos crímenes. No eran demócratas ni pretendían serlo.
En la Ley de la Memoria Democrática se excluye cualquier referencia a los asesinatos del bando republicano de modo que todos los militantes republicanos fueron seráficos y merecen el calificativo de luchadores por la libertad y la democracia. De modo que se ha extendido un tupido velo sobre la barbarie de los revolucionarios social-comunista que no son inventos fascistas, sino que revelan, entre otros crímenes, el holocausto de la Iglesia Católica. El exterminio de los servidores de Cristo no fue obra de milicianos descontrolados que descargaron su odio sobre unos 8.000 curas, frailes y monjas asesinados. Formaba parte de los objetivos de la Revolución Social declarada por el PSOE, el PC y otros partidos de izquierda extrema, entre los que cabe incluir a los separatistas catalanes.
Pues bien, la Comisión de la Memoria Histórica del Gobierno foral se niega a reconocer que en Navarra tenemos nuestras “19 azucenas blancas”, cuya pureza fue mancillada en la mayoría de los casos y fueron vilmente asesinadas por el mero hecho de llevar un hábito. En total, fueron 150 sacerdotes, monjes y monjas los navarros asesinados en la zona republicana. En el libro Mártires navarros del siglo XX de José Antonio Marcellán y Santiago Cañardo. He aquí una sucinta reseña de las mártires navarras:
1.- Sor Josefa Laborra Goyeneche. Nacida en Sangüesa en 1864. Asesinada en Valencia el 9 de diciembre de 1936. Tenía 72 años.
2.- Sor Estefanía Irisarri Irigaray. Nacida en Peralta en 1878. Asesinada en Valencia el 19 de septiembre de 1936. Tenía 58 años.
3.- Josefa Gironés Arteta. Nacida en Garisoain en 1907. Asesinada en Madrid el 17 de noviembre de 1936. Tenía 29 años.
4.- Sor Toribia Marticorena Sola. Nacida en Murugarren el 27 de abril de 1882. Asesinada en Barcelona el 24 de octubre de 1936. Tenía 54 años.
5.- Beata Emilia Echeverría Fernández. Nacida en Dicastillo el 5 de abril de 1881. Asesinada en Madrid el 10 de noviembre de 1936. Tenía 55 años. Beatificada por Benedicto XVI.
6.- Beata Juana Francisca Pérez de Labeaga García. Nacida en Desojo. Asesinada en Madrid el 10 de noviembre de 1936. Tenía 72 años. Beatificada por Benedicto XVI.
7.- Sor Inés Garayoa Zero. Nacida en Lerga el 19 de abril de 1865. Asesinada en Peralta de la Sal (Huesca) el 10 de noviembre de 1936. Tenía 71 años.
8.- Sor Josefa Belarra Otamendi. Nacida en Baríndano el 9 de octubre de 1892. Asesinada en Peralta de la Sal (Huesca) el 10 de noviembre de 1936. Tenía 44 años.
9.- Sor Fermina Saldías Cuevas. Nacida en Artázcoz el 28 de junio de 1875. Asesinada en Madrid el 28 de octubre de 1936. Tenía 61 años.
10.- Beata Inés Zudaire Galdeano. Nacida en 1900 en Echávarri (Valle de Allín). Asesinada en Madrid el 18 de noviembre de 1936. Tenía 36 años. Beatificada por San Juan Pablo II.
11.- Beata Carmen Gómez Lezáun. Nacida en el 27 de julio de 1869 en Eulz (Valle de Allín). Asesinada en Valencia el 8 de agosto de 1936. Tenía 67 años. Beatificada por San Juan Pablo II.
12.- Beata Manuela Justa Fernández. Nacida en Ochovi el 6 de agosto de 1872. Asesinada en Barcelona el 22 de agosto de 1936. Tenía 64 años. Beatificada por San Juan Pablo II.
13.- Beata Apolonia Lizarraga y Ochoa de Zabalegui. Nacida en Lezáun el 18 de abril de 1867. Asesinada en Madrid el 8 de septiembre de 1936. Tenía 69 años. Beatificada por San Juan Pablo II.
14.- Sor Daría Andiarena Sagaseta. Nacida el 5 de abril de 1879 en Donamaría. Asesinada el 21 de noviembre de 1936 en Madrid. Tenía 57 años.
15.- Petra Manuela Pairos Benito. Nacida el 29 de abril de 1863 en Pamplona. Asesinada en Madrid el 8 de noviembre de 1936. Tenía 73 años.
16.- Juana Josefa Ochotorena Aniz. Nacida el 27 de diciembre de 1860. Asesinada en Madrid el 8 de noviembre de 1936. Tenía 76 años.
17.- Sor Babila Zabaleta Echavarren. Nacida en Lerga el 31 de agosto de 1888. Asesinada en Madrid el 28 de agosto de 1936. Tenía 48 años.
18.- Sor Isidora Jáuregui Ostiz. Nacida en Aldaz de Larráun el 15 de mayo de 1878. Asesinada en Valencia el 14 de noviembre de 1936. Tenía 58 años.
19.- Sor Francisca Baigorri García. Nacida en Irurre el 9 de agosto de 1893. Asesinada en Madrid el 28 de agosto de 1936.
Todas ellas murieron perdonando a sus verdugos. No militaron en ningún partido. Sólo pasaron por el mundo haciendo el bien.
Yo no sé qué obsesión tienen los progresistas de asesinar, a veces tras horribles torturas, a gente totalmente indefensa y que no les ha hecho nada, como las monjas.
Especial ensañamiento les reservan a las que favorecen al Pueblo dándole educación gratuita y servicios hospitalarios y de asilo también gratuitos. En un momento en que no había Estado del Bienestar franquista.
Tendría que ser al revés, ¿no?
Si estad personas favorecen de ese modo a los pobres, habría que alabarlas, incluso ayudarlas; no asesinarlas con crueldad.
La solución a esto es que a estos progresistas el Pueblo se las trae floja.
El «Pueblo» es solo una excusa para dar golpes de Estado y guerras civiles, hacerse con el Poder, imponernos su dictadura y oprimirnos en nombre de la libertad, la igualdad y la fraternidad.
Se comprende entonces que cuando alguien por amor ayude a los pobres sea su doble enemigo.
Doble porque rompe la técnica de la praxis para hacer la revolución (hace creer al obrero que es oprimido por el patrón/burgués y que le roba). Para que este truco funcione debe estar pasándolo putas. (de ahí destruir los embalses por Pedro Sánchez o subir tanto los salarios que no sea rentable fabricar en España y por tanto no haya trabajo)
La religión marxista (comunista/socialista ) compite con el resto de las religiones, entre ellas el catolicismo. Estas monjas les están haciendo la competencia y con éxito.
Sí, frente a la soberbia, el odio, la envidia de clases y el resentimiento gratuito existe el amor por Cristo. Y funciona bastante bien.
En los paises católicos, que normalmente no tienen mucho dinero porque son de economía agraria, estas personas, siguiendo su vocación religiosa, han ayudado muchísimo y gratuitamente a las personas necesitadas, que son la mayoría.
El premio, como se ve desde 1808, es la tortura y el asesinato.
Parece que los ilustrados progresistas en vez de ayudarnos a ir para adelante nos empujan a ir para atrás, como los cangrejos.
Y como parece que no tienen bastante, crean conflictos gratuitos para destruirlo todo y tener que volver a empezar.
Una de las innovaciones que trajo la Revolución francesa fue que por primera vez en la historia de la humanidad una parte de la comunidad está legitimada para odiar a la otra parte. Lo cual forzosamente acaba en motines, asesinatos y destrucción y guerras civiles (como las 4 que hemos tenido en un siglo).
Para que una sociedad pueda prosperar es necesario que esté unida, no dividida. De ahí que toda sociedad sin excepción obligue a comportamientos que favorecen la unidad y castiguen el conflicto o lo que lo pueda originar, como la envidia.
Por tanto no es de extrañar que estas monjas inocentes sean culpables y no tengan siquiera el derecho humano de un juicio público justo con asistencia letrada y aplicándose el código penal vigente en el momento de la comisión de su presunto delito.
Estas personas han de morir en nombre de la libertad, la igualdad y la fraternidad de la ilustración republicana.
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