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OMUNICADO DE PRENSA FEBRERO 06, 2020

CIUDAD DE WASHINGTON, 6 de febrero de 2020. Si bien durante mucho tiempo se lo creyó un problema exclusivo de los países de ingreso alto, las evidencias muestran que más del 70 % de los 2000 millones de personas obesas y con sobrepeso vive en países de ingreso bajo o mediano. Enfrentados al aumento de la discapacidad, la mortalidad y los costos de la atención médica, y a la baja en la productividad, todos los países, independientemente de su nivel de ingreso, ven en la obesidad una preocupación creciente, según se afirma en un nuevo informe del Banco Mundial publicado hoy.
La obesidad tiene un impacto muy significativo en las economías nacionales y en el capital humano, pues reduce la productividad y la esperanza de vida, e incrementa la discapacidad y los costos de la atención médica. Según las proyecciones, en los próximos 15 años, los costos de la obesidad superarán los USD 7 billones en los países en desarrollo.
En el informe titulado Obesity: Health and Economic Consequences of an Impending Global Challenge (Obesidad: Consecuencias sanitarias y económicas de un desafío mundial latente), se afirma que las enfermedades vinculadas con la obesidad se encuentran actualmente entre las tres principales causas de muerte en todo el mundo, excepto en África al sur del Sahara. Los datos recientes muestran que desde 1975, la obesidad ha aumentado a casi el triple y en la actualidad es responsable de 4 millones de muertes al año en todo el mundo.
Entre los factores que impulsan la epidemia de obesidad figuran los alimentos azucarados y ultraprocesados, la merma en la actividad física y el aumento de los ingresos, que a menudo va acompañado de un mayor consumo de alimentos poco saludables.
“A medida que los países crecen económicamente y se incrementa el ingreso per cápita, los impactos devastadores y la carga de la obesidad seguirán virando hacia los pobres”, afirma la Dra. Meera Shekar, experta del Banco Mundial en nutrición y coautora del informe junto con el Dr. Barry Popkin, de la Universidad de Carolina del Norte.
En China, entre 2000 y 2009, los costos de la atención médica asociada con la obesidad pasaron del 0,5 % a más del 3 % del gasto anual en salud del país. En Brasil, se prevé que tales costos se dupliquen, aumentando de menos de USD 6000 millones en 2010 a más de USD 10 000 millones en 2050.
Además del incremento directo de los gastos en salud, surgen también costos indirectos asociados, por ejemplo, con la reducción de la productividad laboral, el ausentismo y la jubilación anticipada, que afectan tanto a las personas como a las sociedades.
Asimismo, muchos países padecen lo que se denomina “la doble carga de la malnutrición”, es decir, elevados niveles de retraso del crecimiento y tasas de obesidad crecientes, lo que agrava las amenazas a su capital humano.
“Una de las maneras más eficaces de abordar la obesidad y otras enfermedades no transmisibles consiste en aumentar las inversiones para lograr una atención primaria de la salud asequible y de calidad”, señala el Dr. Muhammad Pate, director del Departamento de Prácticas Mundiales de Salud, Nutrición y Población del Banco Mundial. “Esta es una medida sensata tanto desde la perspectiva sanitaria como económica. Destinar más recursos para detectar y tratar afecciones con rapidez, antes de que se vuelvan más graves, salva vidas, mejora los resultados en el área de la salud, reduce los costos de la atención médica y fortalece la preparación”.
En el informe se pone de relieve que, para evitar que la obesidad aumente en las próximas generaciones, los Gobiernos y los asociados en la tarea del desarrollo deben adoptar un enfoque integral. Los sistemas eficaces de atención primaria serán cruciales, al igual que el fuerte énfasis en las medidas preventivas, como la obligación de etiquetar adecuadamente los alimentos procesados, la educación de los consumidores, la reducción de la sal y las bebidas azucaradas, y la inversión en programas de nutrición para la primera infancia.
En el informe también se destaca la importancia de implementar sólidas políticas fiscales, como el cobro de impuestos a los alimentos poco saludables, y de mejorar el diseño urbano, por ejemplo, con la instalación de áreas de juego en las escuelas y de senderos para caminar y andar en bicicleta.
El apoyo financiero para la elaboración de este informe fue proporcionado por el Gobierno de Japón a través de su Fondo Fiduciario para Mejorar la Nutrición.
COMUNICADO DE PRENSA N.º2020/111/HNP
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ENLACES RELACIONADOS
BANCO MUNDIAL
- Lanzamiento del informe
- Informe: Obesidad: Consecuencias sanitarias y económicas de un desafío mundial latente (i)
- Artículo: Abordar las enfermedades más mortales del mundo puede contribuir a una fuerza laboral más saludable y un mayor crecimiento económico
- Infografía: Los enormes costos de la obesidad
Bueno, si la gente se muere antes de tiempo son buenas noticias, porque así consumen menos jubilación. No necesitaremos una pandemia china cada 10 años; aunque ¡quién sabe!. Tal vez paralizar la actividad económica con esa excusa sea una buena herramienta para la «des-construcción», poder implementar finalmente la justicia
social-ista (solo en Occidente ) igualitaria y favorecer economías amigas, como Marruecos, Egipto y China.
Pero yo veo que a ese informe le falta algo:
Es cierto que la obesidad infantil está muy relacionada con comer productos azucarados y falta de ejercicio.
Ese no es el caso con los adultos.
Hay un elemento emocional en comer compulsivamente («comfort blanket»).
Esto viene del estrés principalmente; y buena parte de este se origina en la vida competitiva de las clases medias, donde se cree que el futuro (la posición social) depende de uno mismo y donde nos estamos siempre comparando con todos (keep up with the Joneses» y «keep up appearances»), lo cual suele hacer que usemos máscaras (inautenticidad) para engañar mejor. La concentración de la gente en ciudades, a la vez que favorece el ascenso social o, por lo menos el consumo, también favorece que intentemos engañar, porque en los pueblos todo el mundo se conoce y sabe muy bien de qué pie cojea uno.
Naturalmente es posible que la química de algunos plásticos afecte al sistema endocrino.
Según escribo esto me ha venido a la mente que por lo visto (hay un libro sobre ello) hay una relación directa entre el declive de la religión y el aumento de las enfermedades psicológicas, lo cual, si es verdad, dejaría en muy mal lugar a los ilustrados, con su afán de destruir nuestra civilizacion con su agnosticismo de salón. (hay que pensar para vivir mejor, no para autodestruirnos)
Pues es posible entonces que ese aumento de la obesidad tenga que ver también con la caída de la religión, que transmitía unos valores comunitarios relacionados con las virtudes y enemigas del consumismo y la soberbia de creerse uno lo que uno no es.
Por tanto yo no creo la solución de meter dinero en las agencias de publicidad y televisiones amigas sirva para algo (además de comprar al medio con dinero público )
Esto sólo sirve para recordar lo malo que es uno, esto es, va a estresar más, y no va hacer que se adelgace.
La solución será más deporte en los colegios y, para los adultos, más aceptación de sí mismos y olvidarse de tonterías como «looser» y «winner». Seguramente pasar el tiempo haciendo actividades con gente que comparta los mismos intereses. Y sí, más religión (¡Que Voltaire me perdone!).
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